Bat for Lashes meets David Lynch




El hombre que al mirarse al espejo ve a David Lynch se pone la cabeza de conejo de peluche con las orejas caídas y hace como que se estruja fuertemente con las manos, asfixiándose, sin embargo como su lengua no se ve y tampoco su gesto de desesperación, abandona el entrenamiento de inmolación apócrifa y se da media vuelta. Al girarse, la cámara muestra su elegante y menuda cola moviéndose de un lado a otro grácilmente, apaga la luz de carnicería desoladora y deja a sus espaldas los focos rojos que se proyectan sobre las paredes del cuarto de baño rosa chillón.

Los pantalones marrones de pana desgastados y los tirantes caídos a los lados le dan un aspecto perturbador caminando de espaldas. Se le ve la parte superior de culo, un culo carnudo y rollizo, sin vello y extremadamente lechoso. Las manos le caen como si fueran orondas cuerdas de terciopelo pálidas y la camisa de cuadros abierta, muestra su pecho. Pero este no se ve en la imagen, tan solo se intuye.

La mujer lechuza sentada sobre la banqueta de cocina le sigue con los ojos intentando fumar un cigarro de marihuana liado con maestría con su pico roto, las garras le invaden el rostro. Al abrir sus alas muestra su pecho, unas mamas enormes se agitan, con los pezones erizados mirando el techo. Cualquier cabrón en celo se habría puesto burro al verla descruzar sus piernas largas, sumisas, desamparadas.

El hombre que al mirarse al espejo ve a David Lynch se pone de rodillas, luego a cuatro patas. La cámara se acerca lentamente enfocándole por detrás y se cuela entre sus piernas para grabar de cerca sus manos hurgando entre vinilos que duermen bajo un tocadiscos vetusto. El disco ‘Two suns’ de Bat for lashes aparece como en un ensueño demostrativo, posiblemente como en alguna escena de Mulholland Drive. El silencio ya no se puede aguantar y empieza a sonar antes de ponerlo a girar, antes de sacarlo, antes de mostrar sus guías, sus surcos. Aunque la aguja diamante-de-sangre siga sobrevolando sobre el plato.
Con la música en marcha la mujer lechuza se pone a danzar, chocando con objetos posicionados para ello a su alrededor. El tema Glass se suelta como un manantial de aire sombrío, la percusión soberbia redoblaba, los boles budistas y una voz nocturna de amplios y virtuosos registros les roba las palabras inaudibles y también el protagonismo. Sonando de esa forma los componentes y principios elementales de la realidad se abren a un nuevo espacio accidental sumergido en la interiorización del ser en cuanto a sus atributos primordiales.  Se abren las decenas de ventanas de la mansión decimonónica que se esconde en el páramo de la hipótesis y tampoco la intensa lluvia y los truenos se pueden oír dentro de ella.



Fotogramas reiterativos que incluso retroceden en el tiempo para acompasar las oscilaciones del sonido, enmarañan la comprensión del desarrollo de la historia. Diferentes velocidades, pausas y saltos inconexos para así seguir con la incoherencia necesaria de las señales de la música y los movimientos. De ese modo empieza realmente la historia. Sleep alone, el segundo tema del álbum discurre mientras se ven las manos empapadas de una mujer delante de la puerta de la casa, por fuera. A diferencia de la extremadamente enérgica canción anterior, esta se sustenta primordialmente de voces etéreas y coros fascinantes, abre una guitarra western que se va despojando de la aparente simplicidad para transformarse a medida que van entrando los demás sonidos en un espejismo de tinieblas, armonías introspectivas de lo más apasionante.



La ruptura llega con Moon and Moon, el piano le despoja al guión de sus matices de interior y desata la sutilidad para hacer de oasis de aquel temporal inverosímil. Para introducir al personaje exterior, la cámara se reubica fuera y se estriba en el suelo de mármol, sobre él un ramo de rosas. Después un dedo sobre el timbre. Llega Daniel



Silban cuerdas y revienta la tempestad. Daniel suena en su interior, teclados atinados y eufonías que se dejan sostener por guitarras suaves y cadencias reforzadas con susurros, acordes eminentes y violines y más arrastres de cuerda que dibujan conmoción interior. Salpica el agua sobre el agua. Se sobreentiende a la visita, quiere encontrarse con los ocupantes de la casa, pero no da el paso. Junto a la fuente un coro de góspel canta Peace of mind, acústica para el absurdo, ella les mira de reojo y se centra en sus razonamientos no deductivos…, de los que obtiene conclusiones universales a partir de suposiciones que contienen datos particulares, lo que entiende como un razonamiento inductivo. Cambia el gesto y dirige la mirada al sendero circundado por decenas de cirios prendidos que llega hasta el enorme estanque de los peces perro, el fuego permanece bajo el aguacero y se enreda con los rododendros, las droseras y la flor de la pasión, ella lo obvia igualmente. Pearl´s dream desaparece en aquella dirección… El estilo es preciosista, vuela por corredores de armonías eléctricas, coros digitales, las palmas y los descansos envuelven el espacio como si fueran la red que una vez les capturara, solemnes timbales, lúcidas baterías, oscuros bombos y tensos témpanos, elegantes ecos, sorprendente tempo. Pega al timbre y mete los pies hacia dentro.



En el tiempo que discurre entre el momento que suena dentro del baluarte la llegada inesperada de una visita y el tiempo-reacción de los inquilinos, suena un órgano Hammond tétrico y se rompen dos copas de una vez. La mujer lechuza levanta el vuelo y planea por los techos del enorme salón en dirección a la puerta por donde entran los desconocidos. Se cuela entre dos columnas perdiendo algunas plumas con el roce y desciende al suelo como si su cuerpo fuera de papel. La anciana árbol mueve sus ramas atenta a todo lo que está ocurriendo, deshaciéndose de algunas hojas caducadas. Sones atmosféricos, letras casi habladas, fantasmas en un desván hueco, lleno de polvo.

Arranca Two planets, más palmas, más estática… Algo va a pasar…



El hombre que al mirarse al espejo ve a David Lynch abre la puerta y deja entrar a la invitada. Es la metafísica que se adentra en el recibidor desprendiendo una luz conspiradora. La mujer lechuza especula partiendo de un principio supremo e interpreta la totalidad de la realidad, arrodillándose ante ella. En ese momento aparecen los niños de cristal que son el principio de la no contradicción, observan la llegada inesperada de la metafísica y de un solo golpe proponen y niegan la invitación de la misma a tomar café en la sala de los espejos. Todos se miran teniendo en cuenta que ambas opciones no pueden ser verdaderas al mismo tiempo y en el mismo sentido, pero les embriaga la idea teniendo en cuenta las palabras de Avicenna (cualquier persona que niegue el principio de no contradicción, se la debería golpear y quemar hasta que admita que ser golpeado y ser quemado no es lo mismo que no ser golpeado y no ser quemado).

En la otra realidad, en la cuarta dimensión. Empiezan a desaparecer con The big sleep… El piano rumoroso, las teclas del adiós. 



Así es la música de Bat for lashes, así es ‘two suns’, 2solesQuizá sea esta mi última visita…, dijo la metafísica, ¿puedo pasar o no puedo pasar?, dijo mirándolos a todos a la vez, analizando la distribución, las unidades y los elementos esenciales de aquella realidad. Mientras suena una obra de estas características, un acordeón de evocaciones, de misticismo y sugestión se abre jugando con la seducción y el embrujo, sortilegios y conjuros con voces y sonidos cuidados por unas mentes que fabrican material insólito, inesperado por los oídos, causando emociones emigrantes, abstractas, ¿hipotéticas? Ambientación caótica pero proporcionada a su contexto, coherente pero indescifrable. El uso de percusiones con semejante clase y autoridad nadando entre sonidos distantes y heterogéneos le dan un título a la cadena creativa de Natasha Khan, preboste de modernidad y nuevas músicas. Un nuevo mundo en sus manos, habitable y con público y crítica a sus pies. Un disco para sentir la realidad con otra óptica, con reflexión, atendiendo a las letras y con mucha paciencia, no entra a la primera, eso suele pasar con lo más insigne y revelador en lo que a términos de arte se trata.

La realidad es singular, ¿o quizá es múltiple?



Comentarios

Frankie Page ha dicho que…
Que relato más atractivo y sexy!! aunque claro en un mundo Linchisiano eso lo tienes asegurado, con esa nebulosa llena de misterios que tanto aterran, sólo entendido por minorías... pero mejor poquito y bueno, que mucho e insustancial.
Gracias por abrirnos esa puerta a otro tipo de realidad tan fabulosa.

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