Thom Yorke - Y llovió toda la noche ... (The Eraser)
El crepitar del fuego en la
chimenea, chispeando y los pasos de los gatos, sobre un suelo permisiblemente
de cristal reinaban a sus anchas. Como el océano y su enorme poder amasando el mundo
de polvos y fuego, imbatible. Ni un coche, ni un niño gritar, no constaba, ni
existió jamás el rugido de la ciudad. Permanecía el silencio azaroso que se
resbala por bloques incorpóreos de un día cualquiera.
Todos los nocivos colaboradores, compinches y hermanos. Todas sus sogas se habían deshilachado, sus cadenas se fragmentaron, oxidadas. Irremediablemente. La luna nueva se había colocado frente a mí, para transformar el entorno. Las tinieblas conquistaban, como los zorros invisibles, esperando que la presa tocara el violón, y así poder saltar para despedazarla, apretando las fauces saboreando las agonías y gozando de las visiones de un sepelio accidental. Y los búhos ya habían encontrado su rama, pero la oscuridad les hizo abrir los ojos, todos a la vez.

El piano subió la colina, distinguido
como un fantasma de Henry James, y la voz de Thom estrecha y puntiaguda como
una hoja de cristal rota, se elevaba: Cuanto
más intentas hacerme desaparecer, más emerjo… Solo soy amable por que quiero
alguien, algo… Habla de mí.
Analizo la situación y me doy cuenta que no hay que atravesársele a uno un nudo en la garganta. No hay nada que me de más miedo que volver a la desmantelada cotidianeidad. Si no tuviera esta sistémica desconfianza a la culpa quizá hubiera cortado la garganta a alguno de mis colegas. Podría haber estrangulado a mi hermana o apuñalado al portero de mi edificio (cuando extiende el degolladero desde su habitáculo de mierda, para fisgar no se que otra vez…, ese es el momento). Habría invitado a mi superintendente a tomar té envenenado con algún bebedizo para una muerte lenta o quizá habría golpeado hasta la muerte al perro que vive en la casa de los sordos de arriba que ladra y ladra y ladra. No habría tenido compasión si no fuera por la maldita culpa.
El reloj marca las once y once otra vez. Justo cuando empieza esta canción hipoputesca, dice: El tiempo se acaba para nosotros… ¿Qué querrá decir con esto?, ¿Qué se va a acabar el mundo?, sería un puntazo estar presente al final de TODO. Por que si está hablando de amor…, a Thom le doy la espalda y desde luego no será para que me mire el culo. En mi dictadura quien mira culos solo soy yo. Haces creer que sigues siendo el responsable… ¿El responsable de que?, ¿Del fin del mundo, o de mi corazón?, si hablamos de amor, detengo el reloj y me quedo parado.
Maravillosa agonía de sonidos que parecen suspender de una tela de araña dentro de una cueva. Coros de una sutileza inaceptable, demasiado bellos para salir de un hombre ¿Qué son esos rumores, y esos ecos?, burbujas roncas y melodías para la dulce y fría oscuridad, murmullos, simetrías ¿Qué siento? ¿Qué es?
Se entiende electrónica serena de
gusto irreprochable, pero es algo más, tiene cuerpo. Los ritmos completamente milimetrados,
están diseñados por una mente probablemente alienígena para muchos.
En un mundo de seres repetidos desde
el minuto uno ¡Crash! ¡Calco al canto! Resulta indudable que TODO es consecuencia de un Infrecuente
eterno constituido de sinnúmeros de pequeñas insistencias… ¡Sácame de aquí! Si
lo estándar repele a lo diferente, ¿Por qué no me han echado?
Y claro,… que puede pensar el grosso
del mundo… que cojones me importa... Raro, anónimo y superior, como lo fueron
Janacek o Bartok y otros dioses de otras nebulosas. Vía láctea frecuente e
infinita formada por pequeños sinnúmeros de excepciones.
El
cisne negro es un tema que podría ser un baile de marionetas en las
tinieblas con cuerdas descaradas, manchadas de sangre y lágrimas. Caras de
porcelana insensible, cargadas con hachas afiladas y brillantes. El títere
central soy yo. Repite Fuck up
constantemente, mil veces, cien mil y me vengo por encima, cargo con convicción
y empiezo a cortar cabezas ¡Sobran casi todos! Ojalá no existiera la culpa.
Sonidos siderales, lluvias y polvos de estrellas y Fuck up, Fuck up… delicioso ¿Cómo se puede hacer un disco así?, es un atracón de quimeras suculentas, armonías vestidas de utopías, ¡Muchas! El ensueño se coloca como el humo de un cigarro en el filo de los labios, por si sacas la lengua y te humedeces después. El Ente sale de tu boca.
Y Como se apodera de ti…, el resto
de canciones se resbalan por una pista de patinaje multidireccional… son todas distintas, pero forman parte de un
universo único. Una especie de servicio completo. Recibes todo lo que
necesitas, sin saber que te hacía falta… ¡Que crítica más indecente!
Me paro en seco cuando empieza a llover…
el cielo se incendia, se ha encabronado. Incluso el suelo tiembla. Me río,
estoy rozando el cielo justo cuando se dinamita… ¿Será hoy el fin del mundo?
Hasta el gato rojo tirita…
Echo un tronco enorme al fuego
rabioso, dos, tres. Me excita. Me quito la camiseta con Y llovió toda la noche y me tumbo en la alfombra… ¿te enteras?,
ponte el cede y yo te lo hago a ti… Me toco… ¿Cómo puede ser tan fastuoso?, me enciendo… pero nunca puedo alcanzarte… y eso me calienta más que el fuego.
Sin querer lo que no tengo, te quiero, a pesar de no poseerte. Si, yo también
soy un alienígena. Un extraño, un forastero. Pensamos las mismas cosas, al mismo tiempo, somos muchos, así que no
puedes contar… Me desnudo y me pongo manos a la obra ¿Puedes verme cuando corro…?
Cierro los ojos y te veo, pero no se ni quien eres, ni quiero saberlo... Solo son unos ojos entre la gente, una marca de por vida. Un tatuaje frío y cambiante, puntos de encuentro. Nos gustamos sin poder dominarnos, sin afectarnos quien tenemos al lado. Sin desertarnos (por las reglas o la ética innecesaria en casos como este)
El disco llega a su punto culminante
en Horrowdown hill y yo a su paso con
ella. Esta es una canción sin injusticias, sin desamparo. Es la pieza exacta,
el trámite adecuado, el medio que justifica el final… Una guerrilla sin fallos
que se clava ¡Cógela! Piano otra vez y la rimbombante guitarra tan visceral, tan
rica. Lo mejor: La perfecta interpretación. Un factor tan importante para hacer
un disco grande. No puede ser casual, Thom Yorke concibió en 2006 su mejor infinito.
Su oasis, su tumba. ¿Por qué no habrá hecho por repetir banquete? Obra única,
un estilo solitario y dotado de una destreza peculiar y una mano autócrata
absolutamente necesaria. No se que hubiera sido de mi, ante mi alegre
misantropía. .
Cuando el álbum cede el testigo a la
ausencia de sonido, de nuevo, siento un escalofrío recorrer mi cuerpo saciado y
me gusta. Las gotas se abren paso a los lados de mi abdomen, secándose.
Se han abierto las ventanas y se ha
asomado la noche por ella. Atenta a mi cuerpo tumbado, ha entrado. Está
pintando las paredes de negro, ha hecho desaparecer el suelo como si un mar de
tinta china se hubiera crecido, desparramado, corrido…Se ha puesto sobre mí y
me ha hecho desaparecer.
Para volver a emerger.
i.-
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