Ane Brun
Ane Brun – It all
Starts with One – El corredor nocturno.
Ane Brun - "It All Starts With One" Official Album Teaser (HD) from Ane Brun on Vimeo.
Le sigue un tema aun más volátil, llamado Palabras. Se deja acompañar por gotas de agua, por una guitarra delgada, pelada, a la que seduce con sus propios coros. Después entran las cuerdas que no se diferencian mucho de su voz. Y de ofrenda, sonidos esparcidos de piano, como pétalos de rosas sobre una bañera rodeada de velas ¿Cómo no me he dado cuenta que es un rito?
102-ane brun-words by O Editorial
Adoración, culto. La canción médula del ritual, con José González, enfría aun más el entorno, impresiona. Leves arreglos la convierten en aurora, la entonación proporcionada al impacto de la nebulosa. El coro se vuelve verdaderamente fértil. Una canción de plata y seda para orquesta. Para un anfiteatro de mármol en un lago de nenúfares de porcelana.
Ane Brun "Worship" from Fredrik Olsson on Vimeo.
Después los tambores, justo en su momento. Acreciento el paso, muevo los hombros para ayudarme con la tracción. La rodilla aguanta. Aprovecho los consejos y me dejo correr rompiendo un ritmo soportable por otro menos amable. Sin progresos no se sujetan las continuidades. Una tregua reanimada, una pausa con más garra. Se resquebraja lo etéreo y piso fuerte el pavimento llegando a mi primera cuesta, la que orienta la furia a forcejear con mis rendimientos.
Ane Brun - Do You Remember (Official Video) from Ane Brun on Vimeo.
Ane Brun - The Light From One (live at Cirkus Stockholm) from valerie toumayan on Vimeo.
He salido a correr cuando aun la noche permanecía quieta y soñolienta.
Hoy es el día que no vuelvo a casa, ¿o si? En estos días que la nieve se acumula
a los lados del camino, estos días que se emperifollan de luces y se encubren
tras los deseos y los recuerdos, me deshago en expectativas. Por si las
necesito.
Me cruzo con El corredor nocturno
una vez más, retraído no abro mucho los ojos. Me da rabia saludar a la gente
que hace lo mismo que yo y que está entre senderos o montando en bicicleta en
dirección contraria. Es el hermanamiento que desaparece naturalmente caminando
por la ciudad o saliendo del banco. Da unas zancadas mucho más largas al pasar
a mi lado. Miro ligeramente, agacho la cabeza y continuo mi paso.
El frío me ha adormilado la cara y
las manos, y los pensamientos se han vuelto miradas.
Mi circuito está dispuesto de esta
forma: Unos siete kilómetros de llanos, además de dos cuestas empinadas y
honorables, tres repechos y cinco bajadas, dos treguas y tres caídas libres que
me devuelven el coraje encogido por mis inseguridades inherentes. Unos diez
kilómetros. Los primeros desconsolados veinticinco minutos siempre me hago vacilar
(pretendiendo cargarme y hacerlo más difícil) con pensamientos cobardes. Algo
me dice que cabe la opción de parar, dar la vuelta y regresar andando con la
cabeza gacha. No se nada de abandono y me sirve de empuje. Yo, a pesar de mi
mismo.
En la noche, tan solo oyéndola,
junto a los pájaros, los rumores provenientes de la maleza y mis pies volver al
suelo y machacar la gravilla, también me reprendo cuando casi ni puedo ver el
suelo. Yo otra vez. Siempre espero que la luna me descubra el camino. Siempre
evitando caer. La crueldad empieza en uno mismo. Me provoco imaginando que los
árboles van a cobrar vida e imagino como me atraparán exprimiéndome con sus
brazos de madera, sus raíces movedizas nadan entre la tierra. Al llegar a la
casa abandonada, sentenciosa y tétrica, llena de vacíos y de la soledad más incondicional,
el miedo se encarga de mí. Será quizá por asociarme con mi parte intuitiva y
comprender que algo siempre queda de lo que fuimos (aquí entran en juego ‘los
demás’), incluso a veces creo que los fantasmas son una parte de nosotros, una
parte que hemos dejado atrás o a un lado y que nos persiguen, sobre todo cuando
estamos impresionables, perceptibles y atentos, tan solo para recordarnos
nuestros abandonos relegados, intentando espantarnos de nuestras actuales
conformidades. Porque somos así, cambiamos unas por otras.
Salgo a recorrer el campo que rodea
mi casa y paso por el pueblo cuando se espabila. Soñando con ser Marcel Proust
y recobrar el tiempo perdido mientras duermo. Despierto y vulnerable. Prisionero
y fugitivo.
Ane Brun - "It All Starts With One" Official Album Teaser (HD) from Ane Brun on Vimeo.
Llevo o Llevaba, no se bien, colgado
de mis oídos un álbum onírico, conmovedor como mínimo, de esos de ámame o
déjame, de esos que nunca dejarían impasible a las atenciones puestas con
hambres. Pulso play en la oscuridad, con los dedos palpitantes. Esta vez no lo
voy a traducir, para no parecer aguafiestas y desmerecer la magia de lo
original. It all starts with one, de
Ane Brun se presenta ante mi universo, que me envuelve, o quizá me envolvió,
dudo, incluso podría decir que me envolverá... Con todas sus providencias y sus
impulsos el tiempo se recalcula.
Abre el silencio igual que una
flauta japonesa, Estos días, la
canción inaugural, leve y trascendental como una pieza de violín alcanzando su
nivel más pasional. El aire me levanta el pelo de los hombros y siento el frío
seco helar mi garganta, después mi nuca. Me moquea la nariz. El órgano se desliza
por la inmensidad y su voz de ninfa delicada se sustenta con o sin música y el
golpe de baqueta entre estrépitos, fulminaciones que preceden a una supuesta cellisca
de estética y poder, conviven con mi mundo, nos aprehendemos.
Le sigue un tema aun más volátil, llamado Palabras. Se deja acompañar por gotas de agua, por una guitarra delgada, pelada, a la que seduce con sus propios coros. Después entran las cuerdas que no se diferencian mucho de su voz. Y de ofrenda, sonidos esparcidos de piano, como pétalos de rosas sobre una bañera rodeada de velas ¿Cómo no me he dado cuenta que es un rito?
Adoración, culto. La canción médula del ritual, con José González, enfría aun más el entorno, impresiona. Leves arreglos la convierten en aurora, la entonación proporcionada al impacto de la nebulosa. El coro se vuelve verdaderamente fértil. Una canción de plata y seda para orquesta. Para un anfiteatro de mármol en un lago de nenúfares de porcelana.
Ane Brun "Worship" from Fredrik Olsson on Vimeo.
Después los tambores, justo en su momento. Acreciento el paso, muevo los hombros para ayudarme con la tracción. La rodilla aguanta. Aprovecho los consejos y me dejo correr rompiendo un ritmo soportable por otro menos amable. Sin progresos no se sujetan las continuidades. Una tregua reanimada, una pausa con más garra. Se resquebraja lo etéreo y piso fuerte el pavimento llegando a mi primera cuesta, la que orienta la furia a forcejear con mis rendimientos.
Ane Brun - Do You Remember (Official Video) from Ane Brun on Vimeo.
Sube, baja, empieza otra vez… (¿A
que me recuerda esto?). Mantra y
orquesta, y entre sudores, mi palidez. Canciones que bien podrían sofisticarse
en sinfonías. ¿Qué está pasando contigo y
con el?, Cuerda salvavidas (¿cordón umbilical?), Uno… La más temperamental se vuelve cabaret, escenario. Casi banda
sonora de ánimas que danzan en la oscuridad, dibujando torbellinos de estrellas
fugaces entre los árboles. Hadas y ninfas
revoloteando ¡Música maestro!
Me pregunto: ¿Donde florecen estos esplendores?
Alguien ha dejado caer a esta chica de pasado Folk en forma de roca en la casa
de los espejos, para descubrirle la belleza de un ensayo sobre una vital y
trascendente evolución metamórfica ¿Los habrá quebrado después o seguirá
dirección Saturno? Dime que si… Descubrirse a veces asusta… Ella recuerda y
recapitula con La luz de Uno, pero
dos pasos más adelante. Oh Amor…Un
laberinto por el que derrocharse. Y sigo corriendo… Canciones con misterio,
estudiadas para formar parte de un conjunto desigual, fornicando con pseudo
electrónica y clasismo posmodernista y… ¡Que voz!
Ane Brun - The Light From One (live at Cirkus Stockholm) from valerie toumayan on Vimeo.
Resaca
cierra esta caja llena de bosques y ciudades dormidas, por altos collados y
despeñaderos, por llanuras, praderas y aldeas de una Noruega atávica, sin
murmullos ni corrillos. De tardes en casa, reflejados en los ventanales, sentados
leyendo el diecinueve. De anocheceres de efluvios de chimenea, salmón y vino
tinto. El piano se derrama y nosotros simplemente estamos presentes, sin hablar.
Ane Brun tiene su lugar y su momento particular. Mientras tanto yo aligero, ya de
vuelta por el sendero que me lleva a casa, mientras aparenta amanecer.
Ane Brun engancha en su desdibuje de
impulsos de armonía trascendental, un
vaivén de sabores oídos y sonidos inspirados. Instrumentación minimalista para
un concierto de cantos de sirena, de antifaces y de elefantes. Hiperrealismo.
Caballos de mar de terciopelo azul, muñecas de cerámica vestidas de niña muerta
y flamencos rosas de cartón, derritiéndose entre los juncos salvajes.
La música ya ha terminado. En la
larga distancia veo otro corredor acercarse justo cuando paso por la casa
abandonada, me resulta familiar, puzzles, puzzles, puzzles... Estudio sus
pisadas, sus gestos. Sorprendentemente al aproximarse me doy cuenta de todo…,
nos miramos antes de llegar al punto de encuentro, el baja la cabeza y yo le
doy alas a mis pisadas y agilizo la marcha. Los ojos se ponen de acuerdo, los
míos se clavan en él y los suyos miran el suelo. Soy yo otra vez... Otra vez
es de noche… It all starts with one?
i.-
i.-
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