La llegada de Skeletá ha consolidado a Ghost como los arquitectos del arena rock contemporáneo, ahora bajo la enigmática guía de Papa V Perpetua. Este sexto álbum equilibra la sofisticación del AOR de los ochenta con una producción técnica impecable, destacando himnos como «Satanized» y la densidad coral de «Peacefield». Es un trabajo introspectivo que, sin perder su mística oculta, abraza estructuras melódicas mucho más ricas y compositivamente complejas.
El impacto comercial del disco ha sido total, alcanzando por primera vez el número uno en el Billboard 200 y alimentando un Skeletour 2025 de dimensiones colosales. La puesta en escena ha escalado a niveles cinematográficos, empleando una logística de veinte camiones para mover una infraestructura gótica móvil de gran tonelaje. Esta magnitud visual no solo ha agotado entradas en medio mundo, sino que ha redefinido los estándares del espectáculo de rock teatral actual.
No obstante, tanta ambición técnica encontró un obstáculo insalvable en Madrid, donde el show en el Palacio Vistalegre fue cancelado por limitaciones de producción. El peso y las dimensiones del escenario superaban la capacidad de carga estructural del recinto, haciendo imposible garantizar la seguridad necesaria para el complejo montaje de la banda. Fue un desencuentro logístico amargo que dejó a los fans españoles sin su ceremonia debido a las propias exigencias del despliegue.
La gira también vivió momentos de tensión en México, cuando una intoxicación alimentaria obligó a Tobias Forge a suspender la primera fecha a escasos minutos del inicio. La noticia provocó una reacción hostil en una parte del público, empañando brevemente una trayectoria que, en términos generales, ha sido un éxito sin precedentes. Pese a estos baches puntuales, el 2025 queda sellado como el año en que Ghost terminó de reclamar, con autoridad, su trono en el olimpo del rock.
«Peacefield» destaca como la pieza central del álbum, una composición donde la polifonía coral se entrelaza con una base rítmica de precisión quirúrgica. Técnicamente, la canción brilla por su uso de síncopas y un estribillo expansivo que recuerda a los momentos más operísticos de la banda, logrando una atmósfera cinematográfica envolvente. El balance entre los sintetizadores vintage y la potencia de los riffs crea un paisaje sonoro denso pero nítido, donde cada capa instrumental respira con total claridad.
En lo lírico, el tema profundiza en la melancolía existencial de Papa V Perpetua, utilizando la orquestación para subrayar el dramatismo de su narrativa conceptual. El solo de guitarra, lejos de ser mero exhibicionismo, funciona como un puente emocional que conecta la agresividad del metal con la elegancia del pop barroco. Es, sin duda, la demostración definitiva de que Ghost ha alcanzado una madurez compositiva capaz de unificar géneros aparentemente opuestos con una fluidez técnica y una autoridad artística incuestionables.

Comentarios